21 nov 2011

Día dieciséis: contrariedad


Por algún motivo, hace un tiempo me imaginé esta etapa como un camino de constante duda que no acabaría nunca, que iría hacia atrás y hacia delante, que me haría titubear cada poco y no saber qué dirección tomar. Y pensaba que, llegada a este punto, todo serían quebraderos de cabeza, sudores, incertidumbre, problemas, desconfianzas, inseguridades, frustración y más dudas. Estaría ofuscada, confusa, perdida, y todo sería difícil y turbio.
Sin embargo, la sensación que a ratos me embarga no tiene que ver con eso. En algunos momentos puntuales siento vértigo, casi miedo, pero por tener las ideas tan claras. Es la seguridad, la libertad tan grande, la certeza, la tranquilidad, la normalidad, la nitidez, la sencillez, la felicidad, la confianza, el bienestar y el saber que seguramente por esto no haya vuelta atrás, lo que me asusta de haber emprendido este camino. Cuando mi parte racional me indica una y otra vez que en la realidad estoy explorando algo oscuro y recóndito de mí misma y de lo demás donde nunca pude siquiera imaginar encontrarme. Y quizá esa parte de miedo no se vaya nunca de mí.






Buscaba esta canción cuando encontré estas imágenes...