3 abr 2011

Día seis: rodeada de gente

Estos días se celebra en mi ciudad una especie de ciclo de cine lgtb, por decirlo de algún modo que se suela decir (aunque no soy muy partidaria de ponerle siglas a las cosas, que bastante amplio y bello es el idioma, pero por esta vez pasa). No está mal para ser una ciudad donde nunca se celebra nada. Además del sol que luce -mejor dicho, lucía, esta semana- ha sido una magnífica oportunidad para salir a la calle. No es que una necesite que monten un ciclo de cine para salir de casa. Me refiero a que era una buena oportunidad para acercarme a una situación más o menos pública pero no muy de sopetón. Vamos, que con la excusa de ir al cine a ver una película de temática podía curiosear un poco qué se cuece por ese ambiente y probarme a mí misma una vez más.

Tengo que confesar, porque si no lo hago, no estaría siendo sincera con el propósito de este blog ni conmigo misma, que tuve bastante miedo. De hecho, me sorprende la cantidad de ideas que pasan por la cabeza de una sólo por el simple hecho de que vaya a hacer algo en relación con este tema fuera de las cuatro paredes de mi casa.

Para empezar, tenía ganas de ir. Eso estaba claro. Había un par de películas que me interesaban especialmente. No sólo por ser historias de mujeres, sino porque se presentaban en versión original (francés e inglés principalmente). Y como la autocensura tan característica de una se hace fuerte en estos momentos de dudas, pues necesitaba algo así como un chorretón de excusas para tomar la decisión de ir, una de las cuales incluía la tan rídicula idea de que así aprovecharía para aprender otros idiomas y de que sería la excusa perfecta para que en casa nadie notase nada raro (mamá, me voy a ver una peli que echan en el cine en francés, y así práctico un poco). Sí, ya sé que parece una completa estupidez. Y que todo sería más sencillo (y sincero) si de una vez por todas le cuento a todo el mundo lo que me pasa y no tengo que andarme con estas miserias. Pero tiendo a pensar que de momento no sería lo conveniente y prefiero ir poco a poco. Primero yo, luego el resto. El caso es que tenía ganas y excusa para ir. Hasta ahí perfecto. Entonces, empezaron a surgir las dudas.

Dudas varias que pasaron por mi cabeza a modo de resumen:
¿y si de repente al ir al cine hay un cártel gigante con el título del ciclo en la puerta y me encuentro con alguien conocido a la puerta? ¿Qué le digo? ¿Que pasaba por allí y me dije a ver qué es esto? ¿Qué hago yo allí? ¿Se me está yendo la pinza? ¿Qué tengo que demostrarme a mí misma? ¿Acaso tengo que ocultarme que tengo ganas de ir? ¿Por qué tengo que mentir cuando la mentira me desagrada tanto? ¿Por qué me estoy haciendo tantas preguntas? ¿Por qué no voy y punto? ¿Por qué no empiezo a actuar de forma coherente? ¿Con lo fácil que sería bajarme las peliculas y verlas en casa? ¿Y si todo está lleno de gente rara y me siento fatal en el momento en que entre al cine? ¿Y si hay alguien conocido dentro del cine y me ve? ¿De verdad tienes que hacer esto? ¿Seré imbécil? ¿Acaso no es una buena oportunidad para dar un paso más en este viaje de autodescubrimiento? ¿Qué puedo perder? ¿Qué puedo ganar?

Ejem...

Al final, me dije que por el camino lo pensaría. Y si en algún momento me sentía mal, me volvía a casa y punto. No tengo que forzarme a nada. Se trata de ir poco a poco probando sensaciones.

Cual fue mi sorpresa que llegué al cine, pagué la entrada (más barata de lo normal, por cierto, lo cual atribuí ingenuamente a una de esas señales de la vida que te dice: "ves, no es para tanto, estás en el momento adecuado en el lugar oportuno, sigue adelante") y entré en la sala sin duda ninguna. Con las ideas claras. De hecho, al entrar en la sala recuerdo haber respirado aliviada, fue como otro de esos momentos de liberación personal que tan bien me hacen sentir. Había gente de todo tipo. Sí es verdad que por lo general abundaban las mujeres, pero también había hombres. Y había alguna que otra pareja de mujeres haciéndose carantoñas, lo cual me provocó de nuevo una sensación de ternura y fascinación a la que últimamente -afortunadamente- me estoy aficionando demasiado. No estaba mal. No era ningún bicho raro. La película fue bonita, especialmente el final, que llegó a sorprenderme. Lo único desagradable fue notar que, como siempre, la gente empezó a hacer ruidos y a levantarse e irse antes de que salieran los créditos, cuando además la melodía que sonaba en ese momento era realmente preciosa y lo que cruzaba el interior, una sensación muy especial. Pero esto de la falta de estética y sensibilidad de algunas personas no es algo nuevo.

Salí y regresé a casa contenta, liberada, llena de satisfacción por haber dado un nuevo paso con el espejo en mi mochila. Y no haber salido chamuscada en el intento, sino todo lo contrario: mucho más tranquila y aclarada. De hecho, hoy repito. Segurísimo.

Ésta es la canción de los créditos de la peli que vi. Tan hermosa. Siempre me recordará uno de estos momentos especiales en este largo y cada vez más sensacional viaje.





1 comentario:

Nana dijo...

Preciosa canción. Supongo que cada día descubrirás más cosas que te ayudarán a sentirte más y más cómoda en tu apertura.
P.D: yo también odio la mentira.